En medio de los días más cortos y las noches más largas del año, descubramos juntos las razones científicas y biológicas por las que nuestro cuerpo nos pide a gritos dormir más en invierno.
Los cambios de estación tienen un impacto en nuestro cuerpo y nuestra salud. Entre estos impactos, las necesidades de sueño varían según las estaciones, particularmente entre verano e invierno. Un estudio realizado por investigadores suizos y americanos arroja una luz interesante sobre esta cuestión. En este artículo discutiremos las razones por las que tendemos a dormir más durante los períodos invernales.
La influencia de la luminosidad en nuestro reloj biológico
Nuestro cuerpo se rige por un reloj biológico llamado ritmo circadiano, que depende principalmente de la luz del día. Este reloj gestiona muchas de nuestras funciones fisiológicas, incluido el sueño. De hecho, es el brillo lo que le dará a nuestro cuerpo la señal de que es hora de despertar o por el contrario de ir a dormir.
En invierno, los días son mucho más cortos y menos luminosos. Por tanto, esto le da al cuerpo una señal de que debemos prepararnos para pasar más tiempo descansando. Para ello, naturalmente induce el deseo deaumentar la duración del sueño.
Melatonina: hormona esencial para dormir bien
Una de las claves para regular el sueño se encuentra en una hormona llamada melatonina. Esto último está directamente influenciado por los niveles de luz de nuestro entorno. De hecho, cuando nos exponemos a la luz natural, la producción de melatonina disminuye y, por el contrario, cuando cae la noche, aumenta la secreción de esta hormona.
Como consecuencia de esta variación hormonal, nuestro cuerpo prepara el terreno para conciliar el sueño bajando la temperatura corporal y favoreciendo un estado de somnolencia y relajación. Cuando los días se hacen más cortos y la luz es menor en invierno, esta estimulación natural deaumento de melatonina incita a nuestro cuerpo a cambiar su horario de sueño.
Resistencia al frío y aumento del gasto energético.
El invierno provoca generalmente un descenso de las temperaturas que obliga a nuestro cuerpo a entrar en modo “resistencia”. Para hacer frente a esta limitación, necesitamos un excedente de energía que se extraerá de nuestras reservas. Así, un individuo quema más calorías cuando hace frío para mantener su temperatura corporal ideal.
Desde esta perspectiva, nuestro cuerpo necesita, por tanto, más descanso para recuperarse y reponer sus reservas de energía. En definitiva, esto se traduce en un aumento de necesidad de dormir durante el invierno.
Nuestras necesidades de sueño varían según las estaciones.
El estudio mencionado anteriormente, realizado por investigadores suizos y estadounidenses, demostró que el impacto de la luz y el frío en nuestro cuerpo es tal que provocará una variación en nuestras necesidades de sueño. En promedio, el tiempo de sueño aumenta en 2,7 minutos por noche por cada hora adicional que pases en la oscuridad.
¿Cómo adaptar tu sueño a estas variaciones estacionales?
Ahora que entendemos mejor por qué necesitamos dormir más en invierno, debemos adaptar nuestra vida diaria para aprovechar estos cambios naturales. Aquí hay algunos consejos :
- Promover la exposición a la luz natural. Durante el día. Esto ayudará a regular la producción de melatonina y, por tanto, a encontrar el equilibrio adecuado entre la vigilia y el sueño.
- Adapta tus hábitos alimentarios a obtener suficientes nutrientes energéticos. Consumir más proteínas, carbohidratos y grasas en cantidades adecuadas ayudará a evitar la fatiga excesiva y permitirá tener un sueño reparador y reparador.
- Asegúrese de optimizar las condiciones para dormir creando un espacio tranquilo y cómodo donde la temperatura sea adecuada, ni demasiado caliente ni demasiado fría.
- Realiza actividades relajantes antes de acostarte. La meditación, la lectura o escuchar música suave pueden hacer que sea más fácilconciliar el sueño y calidad del sueño.
Nuestro cuerpo es sensible a la luz, los cambios de temperatura y las variaciones estacionales. Se adapta modificando sus necesidades de sueño para afrontar estos desafíos, especialmente en invierno. Ser consciente de estos mecanismos naturales y tenerlos en cuenta en la rutina diaria puede contribuir a una mejor calidad del sueño.
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